¿Alguna vez se han encontrado en una etapa de la vida en la que sienten que necesitan un cambio, preferiblemente radical? Seguro que sí.
Yo llevo días en los que literalmente estoy harta de todo, y cuando digo “todo” me refiero a cosas como la incompetencia y la mediocridad, que son los atributos subyacentes con los que tengo que lidiar día tras día en el trabajo, en mi entorno social y en otros tantos aspectos de mi vida que me hacen pensar que aunque tengo una “buena vida”, podría estar en otro sitio “mejor” o que me ofrezca “más”.
Hoy me topé con esta canción en el Caralibro y al leer la letra siento que no ha sido una casualidad, llevo una buena vida, no tengo de qué quejarme, pero comienzo a sentirme cansada de este lugar. Ahí les dejo el video y la letra, a ver si alguien más se siente identificado.
Además del hecho de que soy una sensiblona por naturaleza, en las últimas semanas he estado particularmente sentimental por una situación concreta -y a la vez compuesta de muchos factores- que estoy viviendo en este momento.
Entonces he tenido días en los que he sentido que no soy particularmente buena para nada y que toda la valoración positiva que normalmente tengo de mí misma se ha reducido a sentimientos de inseguridad que se traducen en cosas como no sentirme especial, única, útil, diferente o importante -en o para mí, algo o alguien-.
Y me han entrado algunos bajones que me hacen sentir torpe, fea o incapaz de hacer del mundo un lugar mejor; luego me encuentro con posts como éste que me hacen recuperar la iniciativa para escribir al respecto.
Nunca me ha gustado escribir cuando tengo tantos sentimientos encontrados porque el resultado de mis posts suele ser menos que aceptable y porque por alguna razón los sentimientos negativos suelen prevalecer sobre los positivos. Pero intentaré que este no sea uno de ésos posts.
Me parece increíble darme cuenta de que ya estamos casi a mediados de Febrero; ¡¡pero si el año apenas acaba de comenzar!! ¿A dónde se me fue Enero? Se me escapó de las manos como aguita de abril pero fue un buen mes. Febrero también se perfila como uno bueno; por lo pronto esta semana me voy de carnavales con un grupo de gente con el que nunca he compartido estas fechas de la forma que lo haremos este año y supongo que eso me intriga de forma positiva; es como estar a la espera de ver qué tal la experiencia.
Los últimos días de Noviembre han transcurrido muy rápido para mí; casi en un abrir y cerrar de ojos hemos llegado al último mes de este 2009, año que por cierto también se me fue como agüita de Abril.
Este 2009 ha sido un año muy importante para mí, a ver si más adelante encuentro el tiempo para escribir un post sobre eso. Por lo pronto le doy la bienvenida a este último mes de diciembre con el que además despediré el año a la espera de que venga otro mucho mejor.
Esta última semana he estado reflexionando sobre este tema porque hace casi una semana un suceso me ha dejado un poco en el limbo y por tal he tenido unos días en solitario para pensar y para crecer y para meditar y para simplemente dejar fluir mis pensamientos a través de palabras escritas en un blog o sólo en hojas de papel rayado o sólo de palabras que circulan en mi mente.
Mi reflexión del día va sobre el destino. Si tomamos una definición literaria podría decirse que el destino es el punto final de un camino, sería como llegar a nuestra meta o al final de un recorrido o alcanzar un objetivo. También podríamos hablar de aquel plan que la vida tiene preparado para nosotros, o ese punto final al que hemos de llegar como personas.
No me he basado en las definiciones de la RAE, sólo en mis definiciones, las de sentido común. Pero lo que me estaba planteando hoy es si el destino está trazado o si es algo que verdaderamente forjamos cada uno de nosotros.
A la espera de una llamada, una decisión, una respuesta.
Sin importar lo que haga en este momento, sólo puedo esperar por ti y es todo cuanto puedo hacer. Y me parece que estoy invirtiendo tanto tiempo en esperar; y espero mientras tú no puedes aclarar tus ideas; pero si esperar es lo que conlleva que lo hagas, entonces es lo que haré. Pero date prisa porque aquí estoy esperando.
Tras cortar la llamada ya estabas tomando tu propio camino. Ya sabías lo que necesitabas y tenías que hacer. Pero a mí me parece que estoy perdiendo la cabeza aunque sabes que sobreviviré.
A la espera de una llamada que no sé si llegará o cuándo. Dibujas cada imagen en mi cabeza que con tan sólo unas pocas palabras puedo saber lo que has dicho. Hasta que llega un momento en el que hay que llevar las cosas a cabo, hacer ese sueño realidad y asegurarse de que así se quede. Así que hay que dejar los pensamientos florecer en nuestra mente y capturar esas visiones para no dejarlas atrás.
Hoy deberías regalarme una llamada, pero ¿por qué habría de ser así si no me has llamado en los últimos 4 días?
Esta semana he pensado en ti mucho más de lo que debería; ahora existe una estructura que nunca antes pudo sostenerse. No hay más oportunidad para echarte un farol sobre las cartas que tienes en la mesa y lo que debe ser, tendremos que tomarlo como una señal.
Esta es la canción que utilizo en este instante para describir el estado de mi cerebro, mi cuerpo y mi espíritu. Tengo los sentimientos y los pensamientos revueltos, pero intento fiarme de mis instintos y dejar ir el arrepentimiento. Intento apostar por mí y por mis acciones.
Ahora es de mañana, pero aún tengo en mi mente el recuerdo de la noche del sábado y el vacío que me dejó el domingo. Hay algo que necesito sacar de mi pecho y sin importar si esas palabras lleguen o no a brillar, al final lo que importa es que este sueño siempre será mío.
Y sólo queda reconsiderarlo todo cuando nos encontramos encerrados en nuestro sufrimiento y cuando nos encontramos preguntándonos ¿cuántas veces más harán lo mismo?
¿Y qué pasaría si descubriésemos que la verdad es que no existe la verdad y que la única cosa que se puede probar es que no existen pruebas?
Y todos quieren algo que controlan pero no importa qué tan importante sea eso que se desea controlar porque al final siempre hay a quien le hace sentir bien dañar a otros. Y muchas veces somos controlados por los caminos o las decisiones que otras personas toman por nosotros; hasta que nos planteamos reconsiderarlo todo.
Soy todo lo que me pasa 