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No miento cuando digo que a mí me enseñaron a mentir

16 Nov

Como bien escribió Klau en este post, vivimos en una sociedad de pinochos, y cuando afirmo que a mí me enseñaron a mentir no me refiero a que mis padres en algún momento  me expresasen de forma abierta que mentir era la forma de avanzar en la vida y mucho menos quiero decir que haya sido uno de los valores que ellos me inculcaron desde chiquita. Cuando hablo de que me enseñaron a mentir, me refiero a que de una forma indirecta mis padres y el entorno me convirtieron en mentirosa por meras razones de supervivencia, porque cuando uno no es popular y tiene padres muy correctos, es bastante más difícil encajar en la sociedad que cuando uno tiene una personalidad más rebelde y viene de una familia de padres permisivos.

El problema raíz de ser una niña mentirosa radica en que mis padres nunca trabajaron conmigo lo suficiente el tema de la confianza. Yo sabía desde pequeña que había ciertas cosas que mis padres no se podían enterar de que yo había hecho si es que me quería ahorrar un buen regaño; y cuando hablo de “cosas” no me refiero necesariamente a cosas malas, sino simplemente a cosas que ante los ojos de mis padres no estaban bien o no eran lo suficientemente seguras o correctas y por ende yo no debía hacerlas, según ellos.

Sobre todo mi madre aún hoy en día tiene una visión muy cerrada y limitada sobre qué es lo correcto y sobre qué cosas uno debe o no hacer. Especialmente cuando uno es mujer y crece en una familia tan conservadora y ortodoxa como la mía es difícil que los padres entiendan que vivimos en el siglo 21 y que uno como ser humano tiene una necesidad innata de ENCAJAR en el entorno.

Yo desde pequeña me sentí en muchas ocasiones censurada por mis padres, no que ellos se dieran cuenta o lo hicieran con esa intención, los padres de uno siempre quieren lo mejor y sólo intentan que uno vaya por el buen camino, pero a veces está bien caerse y tropezarse unas cuantas veces porque vivir en una burbuja de cristal donde todo es perfecto, sólo hace que uno se vuelva indefenso ante una sociedad de depredadores. A mí me hubiese gustado que mis padres entendieran eso y no intentasen sobreprotegerme tanto.

Nunca me gustó que mis papás se metieran demasiado en mi vida, a todos mis amiguitos de la escuela los dejaban hacer cosas que a mí no y aunque yo era una chama tranquila, estudiaba con algunas personas que no eran precisamente santas y sobre todo cuando uno empieza a entrar en la adolescencia uno siente una necesidad inmensa de aprobación por parte del entorno, así que mi manera de agradar o ser cool era hacer algunas chorradas que mis papás no me dejaban hacer o que ellos veían mal y eso era un fastidio.

Recuerdo que en una época mis papás eran los flamantes dueños de una mesa de billar que se convirtió en su reliquia más preciada de los fines de semana. Cuando tenía unos 13 o 14 años nos tocó hacer una obra de teatro en el colegio, mis compañeros vinieron a mi casa a ensayar para la obra y ya que yo era la empollona, la aburrida, la chismosa del salón y mis padres casi no me dejaban salir de mi casa, lo único cool que se me ocurrió que podíamos hacer como para poder agradar a los demás fue invitarlos a jugar una partida de pool.

Esa tarde mi papá llegó a casa antes de su hora habitual, así que tuvimos que salir corriendo para que no nos pillaran en la travesura, la mesa no se dañó y mis papás nunca se enteraron, pero ése era el tipo de cosas que a veces yo hacía y que yo sabía que no podía contarle a mis papás porque me hubiesen armado un peo y no lo hubiesen entendido; de pedírselos con antelación tampoco me hubieran dado permiso.

Así que para mí era más fácil mentir, era más fácil hacer las cosas sin pedir permiso y era más fácil pasar por alto ciertos detalles de mi día a día para evitar que mis papás me regañaran o me dieran un discurso ladilla.

La verdad es que yo siempre he sido bastante juiciosa y una chama muy “zanahoria”. Mis travesuras nunca eran demasiado descabelladas, pero aún así mis padres me hubiesen regañado por la mitad de las cosas que hice durante mi adolescencia e incluso en mis tempranos 20s. Pero yo no mentía porque me parecía divertido ni para dañar a otros; sino sólo para evitar que me regañaran por cosas que no eran tan malas como mis papás las pintaban y que no eran tan inaceptables como mis papás consideraban; al menos desde mi punto de vista, pero volvemos al punto de que todo es relativo.

 

Ya de mayor uno cambia su perspectiva al respecto y se pregunta ¿qué necesidad hay? de mentir sobre temas tan idiotas y sobre cosas tan cotidianas que no deberían ser ni mal vistas. Pero en un momento de mi vida fui mentirosa y admito que esto ya no es mi costumbre y que de hecho hoy en día detesto las mentiras, quizás por lo mismo de que durante una época de mi vida me sentí obligada a mentir y a no poder ser yo misma por tener siempre que mantener una fachada ante mi familia para llenar sus expectativas y con el pasar de los años, me he hartado de eso.

Hoy, ya fuera de casa de mis padres, no siento más esa presión; y aunque sigue sin gustarme que se metan demasiado en mi vida y que me censuren por las cosas que hago, he aprendido a confiar más en ellos y a dejarlos conocer un poquito más sobre quién y cómo soy verdaderamente yo.

“Never apologize for saying what you feel, cause that’s like saying sorry for being real.”

 
4 Comments

Posted by on November 16, 2011 in no soy monedita de oro

 

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4 responses to “No miento cuando digo que a mí me enseñaron a mentir

  1. Diciembre

    December 31, 2011 at 01:04

    Cuantas verdades dices en tu post metirosilla, me ha encantado.

    Un beso

     
    • Coraline

      January 29, 2012 at 14:31

      Gracias por leerme y por tu comntario, te visitaré de vuela en cuanto pueda. Un beso!

       
  2. Bk

    October 23, 2015 at 18:18

    Cierto… muy cierto, al final mentira blanca, mentirita o mentirota son mentiras. no te juzgo, por que yo también lo hice, pero hoy por hoy…

    Yo odio las mentiras por que quizá soy muy inocente o muy crédula, odio que haga una broma diciendo una mentira por que por estúpida que parezca yo la creo, no tengo razones para dudar de alguien, sin embargo las bromas me son suficientes para no volver a confiar, ser que soy muy cerrada en el tema, pero también odio cuando mi credibilidad se pone en duda, por que yo no “suelo” decir mentiras… jajajaja contradictorio no?

    Pues nunca falta que alguien te dice: “Pero no digas nada” y cuando te confronta otra persona directamente sobre esa tema tienes que decir: “Pero yo no se nada” pero allí entran otras circunstancias, como la lealtad y eso…

    En fin, al igual que tu, ya me siento mas libre de expresar sobre las cosas que hago y no tengo censura ni con mi madre, incluso a veces solo omito verdades para no hacerle pasar un mal rato, pero si evito mentir

     
    • Coraline

      December 13, 2015 at 10:59

      Hola BK, a mí tampoco me gustan las mentiras y yo también evito mentir y a veces omito verdades pero hay una cosa importante que para mí está por encima de eso y es esta: LA SINCERIDAD ESTÁ SOBREVALORADA. La clave de una buena relación es la verdad pero al final lo más importante es hacer a las personas que amas felices Y A VECES ESO IMPLICA MENTIR. Está bien decir toda la verdad acerca de TODO lo que piensas aún haciendo daño a los demás???? NO!!!

      Lo más importante es ser asertivos; defender nuestros derechos pero siempre respetando los de los demás. Decir lo que pensamos de forma respetuosa y no hacerle daño gratuito a otros para defendernos nosotros. Esas habilidades sociales no son las adecuadas y creo que hay mucha gente que “en nombre de la verdad” se creen tener carta blanca para ir por ahí haciendo daño. Evidentemente esto es algo en lo que no se puede generalizar; habría que ver qué situación es la que está en cuestión para entonces poder valorar qué importa más pero por eso mismo creo que no debemos limitarnos a tener una sola perspectiva radical de las cosas porque al final hay más tonos grises que blancos y negros y tampoco tenemos la verdad absoluta en nuestras manos.

      Si tú te crees todo lo que te dicen incluso las bromas, entonces tal vez es algo que debas trabajarte tú! No se trata de tener motivos para desconfiar de los demás sino de tener un criterio en base a lo que juzgar la realidad de las cosas que te dicen los demás. El poder pensar y discernir lo que es real de lo que no es una de las características que nos hace adultos y humanos así que son habilidades en las que siempre podemos trabajar porque lo cierto es que no podemos controlar lo que los demás hacen o dicen pero sí lo que nosotros tomamos de ello o cómo permitimos que nos afecte, etc.

       

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