Si alguna vez creí que NO todos los hombres son iguales, hoy SÉ que estaba equivocada.
Si alguna vez creí que el amor eterno era para siempre, hoy SÉ que sólo dura un rato; y que “la magia del primer amor consiste en nuestra ignorancia de que pueda tener fin”.
Si alguna vez pensé que NO se podía amar y odiar a una persona al mismo tiempo, hoy SÉ que ambos son un binomio de fuerzas en armonía y que una siempre necesita de su equilibrador para estar en su justa medida.
Si alguna vez creí que era necesario tener pruebas de amor para convencerse de que una persona nos quiere, hoy SÉ que el amor o se siente, o no; independientemente de que cada uno lo demuestre o no.
Si alguna vez pensé que sólo puede existir una forma de amar y que amar significa lo mismo para todos, hoy SÉ que existen millones de maneras de amar y que cada uno lo hace a la suya.
Si alguna vez creí que es mejor vivir que morir; hoy SÉ que prefiero que el enamorarme sea mi condena y no que el no hacerlo sea vivir en un infierno.
Si alguna vez creí que RECORDAR es vivir, hoy SÉ que recordar también puede ser morir y que ESCRIBIR siempre es vivir.